Aunque pueda ser un tema tedioso, técnico y del que poco entendemos, los impuestos son una parte fundamental de nuestra vida. Cada uno de los colombianos pagamos impuestos, desde el ciudadano de a pie que paga IVA cuando compra una botella de agua, hasta el dueño de una multinacional que paga el impuesto a los dividendos. Todos pagamos, y también, todos nos beneficiamos del gasto social y la inversión que se realiza con nuestros impuestos. Tanto el ciudadano de a pie como el dueño de la multinacional, acceden a carreteras, energía eléctrica, sistema judicial, y muchos otros bienes y servicios públicos. No obstante, existen profundas desigualdades en la forma como opera nuestro sistema tributario. No siempre el que tiene más paga más; existen regímenes especiales y exenciones tributarias para algunos sectores y empresas sin una justificación técnica; los terratenientes pueden terminar pagando muy poco en impuestos, y algunos que tienen el conocimiento o la plata para pagar por el conocimiento, logran evadir impuestos en paraísos fiscales. Si no reducimos las desigualdades en nuestro sistema tributario, difícilmente podemos pensar en reducir las desigualdades en la salud, en las tierras, en el trabajo.
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